Mostrando las entradas con la etiqueta Conclusiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Conclusiones. Mostrar todas las entradas

La auto-representación a través del selfie

 


La auto-representación a través del selfie se ha vuelto omnipresente; pasó de ser la forma corpórea del yo digital a convertirse en una manifestación colectiva y referencial de la misma colectividad. El yo y el nosotros digital se mueven la misma dimensión de conexión y reciprocidad colectiva. Ser en la era digital implica narrarse, situarse, tagearse, adjetivarse gráficamente.

          Proyectar al ser digital implica gestualizarlo en un contexto, expresarlo con un plano, representarlo con un segmento. La totalidad del ser ya no es sólo su imagen si no la continuidad fragmentada del mismo. El sujeto como texto abierto es narrativa; es protagonista, creador y editor. Es metáfora performativa y mercantil. El postindividuo muestra en imágenes sus elecciones para que se visualice su propio destino.

Las expresiones digitales están plagadas de imágenes en las que se hace evidente: el viaje a la tierra auto prometida; el reencuentro con la memoria y los amigos del pasado; la exploración interior y el gusto por el deporte; el futuro distópico y los atentados contra el medio ambiente; la lucha de género y la libertad de cuerpo; la ruptura con lo convencional y la búsqueda de un nuevo centro de equilibrio para la existencia.

El selfie es hoy un género autobiográfico (Lejeune, 1996) en el que el yo físico, el yo mental, el yo simbólico y el yo virtual se congregan para producir sentido. Desde ese yo trans-sincrónico el sujeto se actualiza, reconfigura sus comunidades de significación, establece sus diferenciadores existenciales. El sujeto en cada imagen se auto afirma y a su vez, adquiere conciencia de sí. Poseerse es demostrar la existencia de uno mismo (Freund, 2015).

La foto de perfil, el selfie y sus múltiples variaciones, son el recurso semiótico para dejar impresiones de sí en el mundo digital. Son huellas enunciatorias. Formas de vida, modos de ser y estar en la hipermodernidad.

          El selfie, se tornó en un manifiesto; en expresión de auto realización del deseo. Nos convirtió a todos en mercancía de consumo e instrumento de vinculación. Cada imagen se volvió un triunfo en miniatura; una forma de probar el éxito social. Por ello se multiplican en un perfil las imágenes que fueron validadas por los otros. A más likes, más se democratizó el autorretrato. O como bien señala el SISD24:

Selfie es la expresión que identifica el registro auto gráfico de una persona desde un equipo móvil. Algunos pueden interpretarlo como efecto narcisista derivado del uso de las pantallas móviles, pero cada vez más su uso se extiende hacia otro tipo de prácticas, por ejemplo fotos grupales o en determinadas locaciones.

Hay varios factores a tener en cuenta:

1.- Uso de un smartphone

2.- Conectividad en tiempo real

3.- Compartición del material en redes sociales (nadie se hace un selfie para conservarlo en su computadora)

4.- Locación/Contexto (es un elemento clave para ese registro)

5.- Ángulo de la toma (no siempre se puede mirar directamente al lente, a veces uno puede hacerse mirando hacia un lado). (Sujeto Informante Socio digital 24, Lima, Perú)

 

El selfie es una expresión del yo situado, hipervinculado, negociado, icónico; es un meta yo que nos representa en el entorno virtual. Ese yo-metaficcional conversacional e hipermedial es nuestra condición “espiritual” que fluye a través de todo dispositivo y pantalla y nos deja expuestos, rastreables, observados, vigilados y en seguimiento. Y cuando tantos ojos te están viendo… también pueden dejar de seguirte. Y en esa oscuridad, ¿hay otra forma de seguir existiendo?