La vida postline y el postindividuo

 


La facilidad en el manejo de los dispositivos móviles de registro gráfico instantáneo y la publicación inmediata en redes sociales detonó la abundancia y despilfarro conspicuo; generándose así más imágenes que las que se ven, publican,  generan rituales, almacenan y consumen (Foncuberta, 2017). Hoy la fotografía expandió su condición de representación, reproducción y memorabilidad a registro conceptual, espejo inmediato, seductor, narcisista, experiencial y de orden conversacional.

          La vida postline y el postindividuo colocan al selfie como un registro del “soy yo”, “lo necesito”, “aquí estuve yo”, “mi nueva adquisición”, aquí hemos estado (Sued, 2018). El selfie busca ser una rebelión contra la masificación y la uniformidad, colocando elementos simbólicos al yo, para diferenciarse. En sí el selfie es un signo de autoposesión. Como afirma el SISD18:

 “En estos tiempos la imagen digital es paralela a la real, sólo que con una diferencia notable, la viralidad, si bien es cierto que nos permite "mostrar nuestra mejor cara", también podemos quedar sepultados; es por esto que se recomienda que ni por error se suban fotos en las que se ve que se han pasado las copitas o con poca ropa. De igual modo está prohibido expresarnos mal o quejarnos del compañero de trabajo o de algún jefe en nuestro muro. La imagen digital es mucho más que una foto, es como nos perciben en las redes (nuestro comportamiento) y esto traspasa a la vida real”. (Sujeto Informante Socio digital 18, Toluca, Estado de México)

 

 

El autorretrato digital otorgó valor a la identidad hipermedial creada en los entornos sociodigitales. Cada una de sus imágenes terminan por organizar, semantizar y regular sus interacciones (Sued, 2018).

El individuo digital ha construido un sistema semiótico robusto, estratégico; dinámico en el que todas sus prácticas performativas, sus espacios, lugares, contactos, gustos y preferencias, configuran una estructura digital de sus múltiples yo que van desde el Yo espacial, Yo validado consensualmente, el Yo afectivo, el Tecno yo, el Yo instrumental, el Yo que abusa, el Yo que padece, el Yo controlador, el Yo performativo, el Yo escénico, el Yo estético, el Yo lúdico, el Yo conectivo, el Yo memoria, el Yo Narrativo, el Yo como objeto de consumo, el Yo testigo, el Yo contextual, el Yo intencional, el Yo espejo, el Yo validador.


Figura
6.
Mapa mental de análisis de contenidos y expresiones narrativas del yo digital

Fuente: Elaboración propia

 

Múltiples son las tipologías de usuarios y cibernautas, como múltiples sus autorretratos. Sus perfiles gritan “estamos hechos de carne y hueso como ustedes y tenemos el mismo derecho a la propia existencia”. Su intención de ser diferentes entre los iguales, es una rebelión contra la masificación y uniformidad de la cultura contemporánea.

Es en ese sistema semiótico donde los sujetos dinamizan sus prácticas y representaciones conectando espacios, sujetos, flujos comunicativos, identidades y estructuras culturales. La interacción e intercambio de likes, afianza la construcción colectiva de la identidad de los sujetos representados quienes se moverán en el terreno gratificante de la: heroización, el reconocimiento social, el exacerbar la vanidad, la premiación social, la codificación de la historia individual, la configuración moral, la expansión de la memoria, y el uso de la imagen como un punto de encuentro.

Los hashtags, textos y etiquetas relacionadas con cada imagen terminan por reforzar las expresiones metalingüísticas y las representaciones sociales permitiendo incluso comunidades de significación o vinculación, por la navegación misma que permite la etiqueta al incluirla en el buscador. 

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