El retrato, más que
dar cuenta de un sujeto o un paisaje, muestra la desnudez esencial
La fotografía, hardware y software a la vez, como en el caso de Viéitez, articuló al
individuo, sus condiciones y necesidades de adscripción y pertenencia y sirvió
de impronta para el impulso de prestigio
en una España hambrienta de aprobación y reconocimiento social. La reproducción
mecánica y democratización de la fotografía, convirtió a la imagen en una arena
de competencia, un territorio de disputa de la aprobación social. Con esto, la
imagen pasó de ser un medio, a un fin en sí misma. El medio, se volvió mensaje.
Su materialidad evidenció la competencia por aparentar y ganar estatus, por
impresionar a los demás, por ganar la admiración y el respeto. Con ella se
evidenció que importaba más que la gente los admirara por la riqueza proyectada
que por la riqueza misma que poseían
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