El selfie y la fotografía de perfil, son el
imperio del yo en las redes socio
digitales. Son el territorio del sujeto en primer plano; del espejo que encuadra el mundo y refleja el instante
pretendiendo con ello visibilizar la propia agenda.
La selfie es el lenguaje. En ella
como se muestra en la Ilustración 3, donde se tipifican los selfies, el yo navegante digital se torna en un discurso geolocalizado.
Figura 4. Los tipos de selfie
Fuente: Elaboración
propia
El yo auto situado, auto editado y auto
curado es el capital de las nuevas visualidades; el yo en el selfie es
lenguaje
“Compartir tu vida en
una red implica el retroceso a nuestro ente primitivo, es dejar constancia de
una vida, con libre interpretación de nuestro receptor, son nuestra nueva cueva
de Altamira. Buscamos la trascendencia totémica y la inmortalidad ficticia”.
(Sujeto Informante Sociodigital 20, León, Guanajuato, México)
Saberse observado
obligó a la justificación y búsqueda de validación. Ver y saberse visto
detonó la vigilancia cooperativa
La ley discursiva de
la publicación y actualización de perfiles apela a la búsqueda de las
siguientes gratificaciones: reciprocidad, donación de likes, búsqueda de
prestigio acumulación de “me gustas”, poste totémico, reputación y legitimidad,
transferencia simbólica, aprobación social, autoexplotación y personal branding.
Los sujetos han hecho
de la identidad hipermedial
[1] Modelo de
negocio de las compañías digitales que registran más que la actividad, lo que
esta práctica significa para los usuarios. Opera mediante el reconocimiento
facial, la identificación de usuarios y la agrupación de imágenes, mediante
inteligencia artificial. Todos los que vivieron el “momento” tendrán una copia
de las imágenes tomadas en una especie de álbum social.
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